Crónica | NOCHE ROCKERA EN EL TAJÍN

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Pablo Jair Ortega

Nos comenta un compa de la Secretaría de Turismo: “¡Qué pinche calor!”.

Y sí: el solazo estaba a todo lo que daba en el Parque Temático Takilhsukut. Intenso. La sombrita es lo que más o menos alivianaba, con un poco de aire fresco que de vez en cuando pasaba por el parque.

Pero lo más chido fue encontrar el cine… con clima bien frío… ¡Aaaaah! ¡Bendito sea el nuevo “Nicho de la Hueva”!

La otra era irse a la Sala de Prensa donde regularmente siempre está prendido el aire acondicionado, pero con la novedad de que estaba apagado y era algo así como un horno para pizzas.

Y así entre calores, sol potente y penetrante, la tarde se fue apagando, se fue apagando.

Los precios de la comida: bastante elevados. De la cerveza, también… Igual y eso ayudó a que la banda no abusara del alcohol durante todo el día o desde temprano ya se hubieran visto a medio mundo ya briago para mitigar el calor…

Anyway: parece que este viernes sí llegó mucha más banda que los días anteriores. El jueves llegó Residente y comentan que también prendió a la banda; que el día anterior, con un tal Mario Bautista, estuvo dos-dos. Para este sábado se espera también lleno total por la presencia, especialmente, del DJ Steve Aoki.

Pero este jueves —gracias por no olvidarse de los chavorrucos— hubo rocanrol.

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Un tal Javier Blake abrió el cartel fuerte de la noche, pero la neta hasta la banda mejor se aplatanó en el suelo del Nicho de la Música porque ya estaba dando harta hueva.

No es que minimice uno el arte de un músico, pero creo que para ser Cumbre Tajín se necesita tener una energía especial para conectar con esa banda que viene desde varias partes del país. No es por ser chismoso, pero ahí se vieron a varios que prefirieron sentarse en el suelo o jugar con el celular mientras acababa su acto el también vocalista de División Minúscula.

Luego siguió La Gusana Ciega, que la neta traía muy buena vibra y se echaron rolas que prendieron a la banda; además de que fueron también más accesibles con los fotógrafos de prensa y los que nomás andan con el celular haciéndole al “influencer”.

Debo confesar que de todo el repertorio, apenas y me acordé de una rola. Pensé: “Tal vez se echen la de Celofán”, pero creo que esa de plano ya se perdió en los anales de la prehistoria.

De hecho, Daniel Gutiérrez, el vocalista, habló incluso de tiempos mucho antes, por ahí del 87, cuando no habría celulares ni internet. Cuando para hablar de cosas de amor, tenían que decirse de frente.

Posterior a su presentación, recibieron reconocimiento del secre de Turismo, Iván Martínez Olvera. Creo bien merecido, porque dieron un buen concierto, la banda despertó del letargo por el calor y el tal Blake y dejó todo chido para que llegara la carta fuerte del día.

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Molotov inició con su acostumbrada irreverencia: un Tito con cigarro en la boca, un Randy —al parecer— ya con problemas de sobrepeso; un Paco Ayala que parece no envejecer y un Mike Huidobro que pinta canas en la barba.

“¡Rooock meeee amateeeuuuuuuur!”, grita el gringo loco… Es la rola “Amateur”: una parodia a la famosa canción que cantaba el austriaco Falco en los 80 llamada “Rock me Amadeus”… Y así inicia la culminación del viernes rockero en la Cumbre Tajín 2023.

Luego seguiría ese himno llamado “Chinga tu madre” de ese álbum tan memorable y legendario llamado “¿Dónde jugarán las niñas?”. Parece mentira, pero pese a lo delicados que son las nuevas generaciones y lo políticamente correcto que ahora impera, nadie se quejó de gritar a los cuatro vientos, a todo pulmón, con la garganta desgarrada, una mentada de madre en general, para todos, para Molotov, para el gobierno, para los extraterrestres que nunca vinieron y para que el que lo necesite y lo merezca.

La noche se fue apagando con los guitarrazos de Molotov y una luna menguante, como una sonrisa en el cielo, con una Venus brillante que se fue ocultando.

Pero, en serio, gracias por acordarse de los chavorrucos.

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