Se fue el polémico Onésimo Cepeda, el “Capellán de los Diablos”, el banquero, el que estaba harto de tanto pendejo

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La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dio a conocer que el Monseñor Onésimo Cepeda Silva, Obispo Emérito de Ecatepec, falleció este lunes.

Por medio de un comunicado, la Conferencia explica que se unen en oración por su descanso eterno.

“Con esperanza en la Resurrección comunicamos que nuestro hermano, Mons. Onésimo Cepeda Silva, Obispo Emérito de Ecatepec ha sido llamado a participar de la Pascua Eterna de Cristo. Nos unimos en la cercanía de la fe y la oración por su eterno descanso, manifestamos nuestras condolencias a sus familiares, amigos y fieles que sirvió en vida como su pastor”, mencionan.

El 9 de enero de este año, Onésimo Cepeda Silva, se contagió de Covid-19 y ante complicaciones tuvo que ser internado en un hospital y fue intubado.

Polémico también, constantemente hacía declaraciones políticas y eran conocida su cercanía con la élite política y empresarial del país.

Recientemente buscaba ser diputado plurinominal por el distrito 21 local con cabecera en Ecatepec, Estado de México, por el partido de reciente creación Fuerza por México.

El capellán de los Diablos

Onésimo Cepeda se hacía llamar “el capellán de los Diablos” y llevaba una vida de gustos mundanos para un hombre de fe, Obispo emérito de la Diócesis de Ecatepec, siempre controversial y polémico.

Su cercanía con el empresario Alfredo Harp Helú, a quien consideraba el mejor de sus amigos y con quien presumía haber trabajado en la bolsa de valores, le permitía tener acceso a los vestidores de los Diablos Rojos de México y a fondos presupuestales para remodelaciones y mejoras en la Diócesis de Ecatepec.

“Soy un Obispo atípico porque digo y hago cosas que los demás no se atreven o no quieren hacer. Me gustan los toros y voy a los toros porque me da la gana, porque no veo nada de malo en ir a los toros.

“Me gusta el beisbol y soy el capellán de los Diablos Rojos. Yo digo que soy el único que puede llevar a los Diablos a Los Pinos y al cielo”, declaraba Onésimo en la plenitud de su obispado en 2004.

¿Quién era Onésimo Cepeda, banquero, rockero y obispo?

Onésimo Cepeda fue uno de los personajes más pintorescos de la iglesia católica en México. Nació en 1937 en el entonces Distrito Federal. En sus años de juventud hubo muchas experiencias de diversa índole. Incursionó en la música, quiso ser torero (se le veía con frecuencia en corridas de toros), fue vendedor de distintos productos y servicios. Su faceta más trascendente fuera de la iglesia fue en la banca. Su principal socio en aquella etapa fue Carlos Slim Helú.

Cepeda ya se había graduado como abogado en la UNAM en 1960 cuando trabajaba en la Bolsa Mexicana de Valores. Tanto él como Carlos Slim trabajaban por su cuenta. Decidieron unir fuerzas para conseguir clientes y fundaron Inversora Bursátil. La sociedad con los años se convirtió en Grupo Financiero Inbursa. También trabajó como asesor de Banamex y del grupo Ingenieros Civiles Asociados (ICA).

Su vocación religiosa fue relativamente tardía. Cuando decidió seguirla, vendió las acciones de Inversora Bursátil a Carlos Slim con una condición, como le gustaba contar: si no la “hacía” como sacerdote, las recompraría. Slim estuvo de acuerdo. Pero sí la hizo. Se ordenó a los 33 años, luego de estudiar en el Instituto Nuestra Señora de Guadalupe para las Misiones Extranjeras, donde estudió Filosofía, y de pasar por la Universidad de Friburgo, Suiza, donde estudió Teología.

Ya como sacerdote fue conocido por su oposición al movimiento que enarbolaba la Teología de la Liberación. Ahí ensanchó lazos con el nuncio apostólico del Vaticano, Girolamo Prigione, quien lo apoyaba en su cruzada. Sus polémicas, muchas de ellas generadas por su afición a hacer declaraciones rimbombantes ante la prensa, perfilaron su personaje.

Desde el “roben, pero poquito” con el que conminaba a los candidatos a la presidencia, hasta el “habría cooperado” para que liberaran de su secuestro a Diego Fernández de Cevallos, era uno de los favoritos de los reporteros porque siempre tenía una respuesta exótica.

También estuvo en medio de una disputa legal, al ser acusado de fraude por 130 millones de dólares. En medio de esta polémica estuvo una colección de arte. En el caso, estaban involucradas obras de arte de José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Diego Rivera, Frida Kahlo, Joaquín Sorolla, Marc Chagall y Amedeo Modigliani.

Su última polémica vino cuando anunció que quería ser diputado. “Quiero un México mejor; no pienso cobrar; y ya estoy harto de tanto pendejo que gobierna que se sienta en los curules en todos lados”, dijo cuando lo anunció. Su postulación contravenía las leyes de la Iglesia Católica. Al final, abandonó la idea. Para él, como declaró posteriormente, era más importante ser sacerdote que ser diputado.

Para muchos, fue un clérigo estrechamente ligado con las estructuras del poder. Paradójicamente, él alguna vez afirmó que su vocación por servir a los pobres venía del hecho de haber sido ayudado por una familia indígena luego de sufrir un accidente. Quizá ambas facetas tenían su dosis de verdad. Al final, de principio a fin, su vida fue una colección de facetas contrastantes.

Con información de Reforma, Excélsior y El Universal

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