- Entrevista a la académica y escritora
Por José Carreto
Magali Velasco es académica de la Universidad Veracruzana, ensayista, cuentista y novelista. También es xalapeña. En el año 2022 publicó su novela Cerezas en París, la cual ha tenido un gran recibimiento por parte de los lectores.
Cabe señalar que Cerezas en París no transcurre en las calles de Víctor Hugo o Houellebecq, sino en la zona céntrica de la capital veracruzana. Los personajes de Magali Velasco caminan por Juárez, Pino Suárez o el Parque de los Berros, van a Coatepec, La Pitaya y Jalcomulco.
De acuerdo con las palabras del consagrado escritor Élmer Mendoza, esta novela es un aporte a la narrativa mexicana contemporánea.
Muy amable desde el primer contacto, Magali Velasco me concedió una entrevista para platicar de su libro, sus personajes y su visión de Xalapa.
A dos años de la publicación de Cerezas en París, ¿cómo ha sido esta experiencia, el recibimiento de los lectores?
Yo estoy muy contenta, muy satisfecha con esta novela. Se reimprimió y sigo recibiendo comentarios de lectores como tú, por ejemplo, que volvemos a retomarla a dos años, en un mundo en el que estamos acostumbrados a que la novedad se agota a los cuantos meses, y en un mercado editorial en donde no pueden sostener las novedades tanto tiempo.
En la FILU 2022, cuando se presentó, se agotó y se hablaba mucho de la novela en los pasillos, ¿eso qué te pareció?
Se agotó, yo estaba emocionada, estaba agradecida porque dice el dicho ‘nadie es profeta en su propia tierra’. El hecho de que hubiera este recibimiento y cariño a la novela pues para mí significó muchísimo.
Se titula Cerezas en París, pero las calles que se recorren son las de Xalapa: Juárez, Pino Suárez, Los Berros, ¿cuál es la Xalapa que retratas en la novela?
Pues justo estamos en un café muy cerca de Los Berros y se podría decir que también es mi barrio. Yo nací y crecí en una casa en Landero y Coss, céntrica, todos recordamos el mercado de San José, la parroquia de San José, el Barrio de Techacapan. Yo quería dejar en esta novela un poquito de la esencia de mis recuerdos, de mi memoria más sensorial con mi ciudad natal.
En la novela hay una casa ubicada en Juárez, se describe como lúgubre, tétrica, pero de gran valor arquitectónico. ¿Cuál es la fuerza de esta casa que es casi un personaje más?
Yo creo que sí es un personaje. Son estas construcciones por las que uno camina, que de pronto te vas encontrando edificios que tienen su marca personal, que tienen su propia energía, te inspiran y te hacen imaginar quién habrá vivido ahí, qué historias habrán sucedido, por qué está decaída y de pronto está renovada como fue el caso de esta casa que hoy alberga un centro de la Universidad Veracruzana, y había también bastantes leyendas e historias alrededor.
A esta casa yo nunca entré. A la hora de concebir la novela y de escribirla nunca había entrado, la tomo de figura y de inspiración, su fachada y su constitución, pero por dentro yo la imaginé y la fui habitando.
Y también para mí es un personaje Los Berros. Son estos espacios nuestros, simbólicos. En el caso de Los Berros fue mi parque de la infancia, fue el parque de la infancia de mi mamá y de tantas personas. El contacto con la naturaleza, la presencia de elementos no humanos, los árboles, su sombra, lo fresco, era recrear y darle este cobijo de espacios emblemáticos al personaje de Montserrat.
Además restaurantes, bares, muy comunes para los xalapeños, ¿no?
Sí, era importante que los personajes caminaran, transitaran por Xalapa, porque es una actividad muy de nosotros, transitar el centro. Y quienes nacimos en los setenta y nos tocó ser veinteañeros en los noventa, pues era un corredor de jóvenes como ahora.
Creo que hemos pasado por muchas etapas de nuestra ciudad, políticas y de violencia, pero yo ahora, después de la pandemia, después de los malos sexenios, de muchas cosas que hemos sufrido, veo una efervescencia de jóvenes. Entonces era importante rescatar ese sentir y vivir la ciudad caminándola, con su particularidad de calles y vialidades que no tienen lógica y que muchas veces sólo los xalapeños entendemos.
La novela transcurre en 2004, recuerdos de 1999, fin e inicios de siglo, ¿es una Xalapa muy lejana?
Hay algunas cosas que son muy lejanas en tanto que la ciudad va cambiando, la configuración del mismo centro, de ahí que para mí era importante dejar inmortalizados bares como el Papaloapan, rescatar esta Dulcería Central que estaba también en la esquina de la calle Mata, los olores del centro, del café que se está tostando, las marimbas, todo esto.
Montserrat, la protagonista, está por cumplir 30 años, está de regreso en Xalapa, pero ¿quién es ella?
Es una mujer que está tratando de configurarse y de entenderse como una persona independiente y que se cuestiona sobre qué es lo que nos ata a tu lugar de origen, a tu tierra, o sea una casa, una familia. Exactamente qué es lo que te crea este sentido de pertenencia.
Su volatilidad radica en esa búsqueda de sí misma; creo que algo en la literatura, al menos la que a mí me gusta, es encontrar estos personajes, cómo se van construyendo y qué van entendiendo de sí mismos.
Una sorpresa para mí fue que lectoras jóvenes, que justo están en esa edad, se acercaron a mí y me compartieron su experiencia de lectura ya que se sintieron muy identificadas. Entonces yo nunca pensé que Montserrat podía ser tan contemporánea, siendo que en la novela, cronológicamente, está en otro momento, veinte años de distancia, y sin embargo rasgos de ella, lectoras e incluso lectores se identifican en esta especie de adultez tardía y eso para mí fue muy sorprendente y satisfactorio.
Ella está llena de recuerdos; hay nostalgia, orfandad, pero en tus palabras ¿cuáles son los temas de esta novela?
Creo que el gran tema es el del amor. El amor diversificado, el amor entre mujeres, entre amigas, el amor a la abuela, a la madre muerta, el amor a la ciudad, a tu casa. Y el amor a sí misma y el amor con otros hombres, o sea cómo nos vamos vinculando a partir de este amor y desamor.
Y que vamos topándonos con personas en nuestra vida que nos significan muchísimo, y momentos de ruptura de los que nos tenemos que levantar y reconstruir; quién sabe a veces cómo pero lo tenemos que hacer.
Con ese plus de que aquí transcurre, con lugares tan comunes como La Pitaya, Jalcomulco, Coatepec, es una novela muy recomendable para los xalapeños, ¿tú qué opinas?
Pues sí, yo qué más quisiera que los xalapeños la leyeran y que se sintieran también identificados. Lo que significa cambiar de Xalapa a Coatepec, que está muy pegadito pero que ya te traslada a otro ambiente, o el calor de Jalcomulco, toda esta belleza que tenemos en nuestro entorno.
Recibiste una buena crítica del escritor Élmer Mendoza.
Sí, mi maestro Élmer Mendoza, yo lo respeto, lo quiero muchísimo. Con mucha vergüenza y miedo le di a leer la novela porque quería que me apoyara con una contraportada. Le dije ‘mira si no te gusta me lo puedes decir perfectamente’, y cuál fue la gran sorpresa que le gustó y le gustó mucho, tanto que escribió algo más extenso que una contraportada y los editores decidieron ponerlo como un posfacio.
Por cierto, el personaje de mamá Celia usa “polvos de arroz”, eso recuerda a Sergio Galindo, otro novelista xalapeño que también tuvo a la ciudad en sus libros.
Sergio Galindo para mí es un referente, es un escritor que me formó. Yo ya no lo conocí en persona, como sí a Sergio Pitol, pero lo leí desde adolescente. Para mí polvos de arroz también me refiere a mi abuela e iba a comprar sus polveras a la perfumería que estaba en la calle de Enríquez, ahí compraba sus polvos de arroz, ese aroma para mí sigue siendo inolvidable.
Ahora la novela de Galindo es muy triste, es desgarradora, pero te habla también de este momento de México, donde el rol de las mujeres de Galindo que están todo el tiempo como encerradas y amarradas a ciertos destinos trágicos de la misma sociedad. Entonces cómo no mencionar Polvos de arroz.
Y ya que hablaste de Sergio Pitol, no lo mencionas en la novela pero hay una referencia muy clara a él.
Sí, claro, la casa de Sergio Pitol, los perros de Sergio Pitol. Efectivamente ahí está el guiño y tú lo pescaste perfecto; yo creo que todos los xalapeños o la mayoría que supo de Pitol pues lo pesca.
Se publica en la editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León, ¿ahora vendrá otra reimpresión, cómo conseguir el libro?
Antonio Ramos Revillas ha hecho una gran labor al frente de la editorial de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Él está impulsando literatura mexicana contemporánea, principalmente, en estas ediciones que tienen un formato muy amigable y tienen también un precio muy accesible.
Y se puede comprar por Amazon, directamente en la página de la editorial de la Autónoma de Nuevo León y en Xalapa se puede adquirir en la librería Hyperión.
Cerezas en París es el nombre de un cóctel que Montserrat y María intentan preparar en una fiesta, ¿es tan buena esta bebida como la novela?
Me inventé el cóctel porque se me antojó así, pero quise hacerlo, replicarlo, y no. Espero que la novela sea mejor que el cóctel.
Cerezas en París ya está en audiolibro, ¿esto es parte de su éxito?
Sí, lo cual me hace también muy feliz porque cada vez más las plataformas de audiolibros están teniendo aceptación. Tuvimos en la Facultad a una alumna ciega que ya se tituló y que es nuestro orgullo. Por ejemplo, la experiencia con ella nos reveló que no estábamos preparados con materiales para gente que no ve.
Para mí fue muy revelador, entonces las producciones de literatura muy contemporánea que están en audiolibro son una gran opción tanto para personas que no pueden ver o para personas que no tienen el tiempo de leer o la paciencia, por la oralidad lo pueden captar.
¿Algo que quieras agregar?
Que otro espacio para mí importante en la novela es la Unidad de Artes, porque María estudia danza y Montserrat, teatro; también era importante para mí reflejar esta presencia de las artes pues tenemos un estado que produce, que forma y que cobija a muchísimos artistas, y de aquí para el mundo.