Durante su intervención en el Senado, el senador del PAN, Miguel Ángel Yunes Márquez, se posicionó a favor de la reforma judicial y aseguró no ser un “cobarde ni un traidor” luego de los señalamientos y críticas en su contra.
“En la decisión más difícil de mi vida, he determinado dar mi voto a favor del dictamen para crear un nuevo modelo de impartición de justicia”, anunció Yunes entre aplausos y abucheos. “No traiciona quien actúa de acuerdo con sus principios, se requiere más valor para ir en contra de la corriente que montarse en ella. El tiempo dirá”, agregó.
A continuación, el mensaje completo leído por el legislador:
¡Ni cobarde ni traidor!
Salí del hospital para venir a dar las razones de mi voto y para responder a quienes en los últimos días y también hoy en esta sesión me han agredido. He sido objeto de un linchamiento público como creo que pocas veces alguien lo ha sufrido, queriendo hacerme responsable del destino de México, como si en mis manos realmente estuviera.
Y no, no está en mis manos, está en las manos de todas y todos los mexicanos, y de todas y todos los legisladores. Me duele la agresión injusta, de donde venga, pero me ha lastimado profundamente la que se ha originado en mi propio partido.
Desde muy joven he luchado por la democracia desde el PAN, nunca en otro partido. En el PAN me formé y siempre escuché que lo más importante en la vida es defender la libertad, la dignidad y vivir en congruencia con nuestros principios.
Por eso no puedo aceptar que se me quiera imponer el sentido de mi voto, en ningún caso.
Nunca había visto en el PAN un intento de imposición y de sojuzgamiento tan burdo, tan sin sentido como el de estos días. A base de amenazas y agresiones han querido obligarme a que me pronuncie en contra de una reforma, sin analizarla, sin discutirla, sin dialogar, simplemente porque se decidió ir en contra de la mayoría.
Vivimos en un sistema representativo, y por tanto la mayoría legislativa representa a la mayoría de los mexicanos, nos guste o no. No estoy de acuerdo con doblarme ante la necedad, por ello decidí analizar a fondo y preparar un posicionamiento al que doy lectura a continuación.
Milito en el Partido Acción Nacional porque en el centro de sus principios está el respeto a la dignidad humana y por tanto a la libertad. En ejercicio de esa libertad vengo a esta tribuna a razonar mi voto en la reforma del Poder Judicial.
Lo hago en mi condición de opositor a un gobierno con el que no he coincidido, pero soy opositor racional, nunca seré un obstáculo. Lo hago en medio de un debate que se ha pervertido y que pretende restringir esa libertad para obligarnos a votar en uno o en otro sentido.
Un debate público sustentado sí en la preocupación por la justicia, pero también en la desinformación, en intereses políticos, en agendas personales, en fobias y en cobro de facturas. Un debate público permeado por la sinrazón de los calificativos, de las injurias, de las amenazas de destrucción de imagen, o incluso de linchamiento físico.
Dependiendo del sentido de nuestro voto pretenden clasificarnos a las 128 mexicanas y mexicanos que nos encontramos en este recinto como ángeles o demonios, como héroes o traidores a la patria. Ofrecen medallas, reconocimientos y hasta un mural para que aparezcan los rostros de quienes voten en contra de la reforma como los salvadores de México. Para los que voten a favor de la reforma ofrecen no un mural, sino el paredón de la historia.
¡Pero yo no estoy de acuerdo en restringir mi libertad por amenazas ni presiones!.
¡No vine al Senado a buscar beneficios personales ni revanchas políticas, ni popularidades efímeras!.
¡Vine al Senado a luchar por un México justo, libre, democrático, seguro, igualitario y así lo haré, a costa de lo que sea!.
Esta última semana he dedicado mi tiempo a estudiar el dictamen que hoy debatimos y he llegado a estas conclusiones:
Ni México se va a destruir si se aprueba la reforma, ni la reforma va a cambiar en automático la realidad de un sistema de justicia que a gritos exige un cambio de fondo.
La vida democrática no tiene porque afectarse, no se limita ninguna de las libertades ni los derechos que la componen.
El riesgo de una dictadura solo existe en quienes piensan en la dictadura.
Estoy seguro que ninguno de los aquí presentes queremos para México un gobierno dictatorial.
¡Somos demócratas, de varios colores, pero todos demócratas!
¡Pero más que nada, el pueblo de México no permitiría nunca una dictadura!.
En el centro del debate encuentro las siguientes interrogantes:
¿Tiene la mayoría derecho a promover un cambio estructural a uno de los Poderes de la Unión?
¿Es la elección popular la mejor vía para nombrar a ministros, magistrados y jueces?
¿Dará la nueva conformación del Poder Judicial ventajas políticas al partido en el gobierno?
Sostengo que la mayoría sí tiene derecho a promover cambios estructurales, así ha sido a lo largo de nuestra historia.
Recordemos un caso. En 1994, legisladores del PRI y PAN -a iniciativa del Presidente Zedillo- aprobaron la reforma de 20 artículos de la Constitución para -precisamente- reformar de fondo al Poder Judicial.
Vale la pena recordar su contenido: Se jubiló de manera inmediata a los 26 ministros en funciones. Se redujo a 11 el número de ministros. Se creó el Consejo de la Judicatura. Se dio vida a las controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad.
La votación en el Senado en favor de los nuevos ministros propuestos por el Presidente de la República fue unánime.
Algunos académicos y politólogos calificaron la reforma como un “golpe de Estado” Lo cierto es que no hubo tal “golpe de Estado”, sino que -por el contrario- México aceleró su transición democrática.
Apenas 3 años después de esta reforma el PRI perdió la mayoría en el Congreso de la Unión y en el año 2000 perdió la Presidencia de la República.
Es decir, los “beneficios políticos” de la reforma del Poder Judicial no fueron para el régimen.
Probablemente la mayor inquietud que provoca la reforma es el voto popular para elegir a los impartidores de justicia. Se supone que por la fuerza de una organización política serán electos y ese voto los comprometería y perderían por tanto su imparcialidad.
Pero… ¿quién nombra hoy a las y los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
Es el Senado a propuesta del Presidente de la República, quien tiene origen y militancia partidista.
¿Tiene también el Senado en su esencia una composición político-partidista? ¡Sin duda!
Las negociaciones para los nombramientos se llevan a cabo entre grupos parlamentarios de distintos partidos. Y si el Senado no logra un acuerdo el Presidente nombra libremente, como sucedió la última ocasión, en que recayó el nombramiento en una persona abiertamente militante de MORENA.
Antes el Senado había aprobado el nombramiento de otra Ministra, también militante del mismo movimiento. Hoy, de 11 integrantes de la Corte, 5 han sido propuestos por el Presidente López Obrador.
Entre este año y el próximo tendrían que designarse 4 ministros mas a propuesta de la Presidenta Sheinbaum, es decir, tendría el régimen mayoría cuando menos de 9 a 2 en el Pleno, esto sin hacer ninguna reforma.
Magistrados y jueces de distrito son nombrados por el Consejo de la Judicatura, donde también el gobierno tendría control.
Debemos entonces preguntarnos si es mejor que el Presidente de la República siga nombrando libremente a los ministros y de manera indirecta a magistrados y jueces, o vamos a un nuevo modelo de elección popular en el que el nombramiento no esté vinculado directamente a una persona sino a millones de ciudadanos con los que no existiría vínculo ni compromiso personal directo y verificable como sí lo existe en el modelo actual.
Agregaría algo más: no hay razón para dudar de la calidad personal y del compromiso con la Ley de quienes resultan electos si la reforma se aprueba.
¿Por qué y de quiénes vamos a dudar si no sabemos siquiera quiénes serán?
Pongo un ejemplo presente de actuar imparcial: cuando menos dos de los cinco ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación propuestos por el Presidente López Obrador han aprobado resoluciones que son contrarias al interés del gobierno, privilegiando su compromiso con la Constitución y no con el poder.
Compañeras y compañeros legisladores:
Nada justifica el enfrentamiento y la polarización. Está por iniciar un nuevo gobierno federal y creo que todos debemos contribuir a que lo haga en un ambiente de estabilidad y de armonía.
Deseo por el bien de México que dejemos atrás la falta de diálogo entre el Ejecutivo y las fuerzas políticas y que juntos construyamos una nueva y mejor realidad
Que podamos ir de la mano para encontrar soluciones a la pobreza, la inseguridad, la falta de recursos para el desarrollo, para mejorar nuestro sistema de procuración y administración de justicia y muchos otros retos.
Sé que la reforma al Poder Judicial que se nos ha propuesto no es la mejor, sé también que en las leyes secundarias tendremos la oportunidad de perfeccionarla y de instrumentarla.
Por eso hoy -en la decisión más difícil de mi vida- he determinado dar mi voto a favor del dictamen para crear un nuevo modelo de impartición de justicia.
Y termino con lo siguiente: No traiciona quien actúa de acuerdo con sus principios. Se requiere mas valor para ir en contra de la corriente que montarse en ella. El tiempo dirá.