La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoció que se ha fracasado en el objetivo internacional de eliminar el trabajo infantil en 2025 y, aunque hubo avances, el ritmo de progreso debería ser once veces más rápido para erradicar esta práctica antes de que finalice esta década.
Todavía 138 millones de niños siguen trabajando para ayudar a sus familias, casi la mitad que hace 25 años, con un progreso destacable desde el año 2020, ya que desde entonces 20 millones de niños han salido de esta situación, según las cifras que ofrece un informe conjunto de la OIT y UNICEF, la agencia de Naciones Unidas para la protección de la infancia.
Publicado con ocasión de la conmemoración del Día contra el Trabajo Infantil, los nuevos datos indican que 54 millones de niños (la mitad entre 5 y 11 años) realizan trabajos peligrosos, sea por su exposición a productos tóxicos, jornadas excesivas o labores físicamente extenuantes.
Ambos organismos han señalado que es más importante que nunca seguir avanzando y que para ello se debe mantener la financiación internacional y nacional, sobre todo luego de que Estados Unidos recortara los fondos de los programas contra las peores formas de trabajo infantil en decenas de países, en particular de Asia, África Occidental y Latinoamérica.
Se estima que Estados Unidos financió a través de su Oficina de Asuntos Laborales Internacionales, que formaba parte del Departamento (ministerio) de Trabajo, iniciativas que ayudaron a reducir el número de niños trabajadores sobre todo desde el año 2000, con una financiación estimada en 500 millones de dólares desde entonces.
Sin embargo, el actual gobierno – a través del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) que hasta hace poco dirigía el ultramillonario Elon Musk- eliminó todos los fondos internacionales destinados a ese fin.
Entre los niños que trabajan la educación es una ilusión y las tasas de abandono escolar llegan al 59 por ciento en el grupo de 15 a 17 años, frente al 14 por ciento entre los que no trabajan, una situación que evidentemente perpetúa el círculo de pobreza y exclusión.
Entre los niños de 5 a 14 años, el 31 por ciento no va al colegio.
Por sectores, la agricultura concentra al 68 por ciento de los menores trabajadores, sobre todo en los primeros años de vida, y a medida que crecen los niños aumentan su presencia en la industria (26 por ciento) y los servicios (33 por ciento), en particular en el trabajo doméstico y la venta de productos en mercados.
Las desigualdades de género también están presentes en esta triste realidad: aunque hay más niños que niñas en el trabajo infantil, cuando se incluyen las tareas domésticas no remuneradas de 21 horas o más por semana, la proporción de niñas afectadas se equipara o incluso supera la de los varones.
A escala regional, África subsahariana es la más impactada porque allí se encuentran casi dos terceras partes (87 millones) de todos los niños que trabajan en el mundo.
Asia y el Pacífico constituyen la región en la que la reducción del trabajo infantil ha sido más significativa desde 2020, con un descenso del 6 por ciento al 3 por ciento (de 49 a 28 millones de niños).
La conclusión del informe es que a pesar de ser rechazado de forma unánime y de la visibilidad que ha ganado, el trabajo infantil persiste con fuerza debido a la pobreza estructural, los conflictos armados, las crisis económicas y la ausencia de sistemas de protección social.
Como soluciones, la OIT y UNICEF defienden la urgencia de invertir en protección social, en sistemas de protección infantil y en un acceso universal a la educación de calidad.
EFE