La Asamblea Nacional de Francia aprobó una ley que abre la puerta al derecho a morir bajo determinadas condiciones, tras años de debate social y político.
No se trata de eutanasia, sino de suicidio asistido para el bien morir de quien cumpla ciertos requisitos.
El tema fue aprobado con 305 votos a favor y 199 en contra y ha generado posiciones divididas en el gobierno, la sociedad y en prácticamente todos los partidos
Aunque el texto aún debe ser ratificado por el Senado y sometido a una segunda revisión en la Cámara baja, el avance marca un hito en la legislación francesa sobre el final de la vida, al permitir, por primera vez, tanto el suicidio asistido como la eutanasia.
¿Que requisitos son los que se necesitan para recibir el beneficio del bien morir?
Solo podrán acceder a este mecanismo personas mayores de edad, con nacionalidad francesa o residencia legal, que sufran una enfermedad sin posibilidad de cura, con pronóstico vital comprometido y que enfrenten un dolor físico o emocional insoportable.
Además, deberán estar en plena capacidad para expresar su voluntad de manera clara y autónoma.
El procedimiento se inicia con la solicitud del paciente ante un médico, quien deberá conformar un comité con al menos un cuidador habitual y un especialista. La decisión sobre la autorización debe tomarse en un plazo de 15 días. Si se aprueba, el paciente puede autoadministrarse una sustancia letal o, en caso de incapacidad, ser asistido por personal médico autorizado.
¿Que reconoce la Ley sobre el suicidio asistido?
La legislación reconoce el derecho de los profesionales de la salud a abstenerse de participar por razones de conciencia, siempre que se garantice el acceso a otro personal dispuesto a intervenir.
Se establecen sanciones para quienes interfieran o bloqueen el proceso, de forma directa o mediante difusión de información falsa.
Pese al avance legislativo, persisten dudas jurídicas y éticas. Uno de los puntos más debatidos es la ambigüedad del concepto “fase avanzada” de una enfermedad mortal.
Las autoridades sanitarias han señalado que no es posible medir de forma exacta el tiempo de vida restante de una persona con una dolencia incurable, y que cada caso debe evaluarse de forma individual, considerando tanto el criterio médico como la percepción del paciente sobre su sufrimiento.
Otro tema polémico es la situación de quienes han dejado instrucciones por escrito –conocidas como voluntades anticipadas–, pero que, al llegar el momento, no están en condiciones de reiterarlas. La redacción actual excluye a estos pacientes del derecho a la muerte asistida, incluso si sus deseos fueron manifestados previamente.
El debate en torno a esta reforma ha polarizado a la sociedad francesa, dividiendo también a los partidos y al propio gobierno.
Mientras algunos sectores celebran lo que consideran un avance en la dignidad y autonomía del paciente, otros advierten sobre el riesgo de trivializar la vida o ejercer presión sobre los más vulnerables.
La discusión no ha terminado: el paso por el Senado será clave para definir los alcances reales de una ley que podría transformar el final de la vida en Francia.
Información de agencias