@pablojair
Lo que hoy vive Coatepec no es una elección democrática común. Es un intento descarado y millonario por frenar el avance de un pueblo que decidió cambiar su historia. Desde que Nacho Luna fue elegido como candidato del pueblo para representar a Morena y a la Cuarta Transformación, se ha desatado contra él una de las campañas de odio más virulentas y calculadas que haya enfrentado nuestro municipio. Y no es casualidad: cuando un proyecto auténtico amenaza los intereses de quienes han vivido del poder sin rendir cuentas, lo primero que hacen es ensuciar.
Detrás de esta campaña no hay ciudadanos preocupados ni medios imparciales. Hay páginas en Facebook como Ahora Resulta, La Voz de la 4T o Los más abusivos de Coatepec, creadas específicamente para golpear a Nacho Luna, manipular información y viralizar contenido editado, sacado de contexto o francamente inventado. Estas plataformas, junto con perfiles falsos o conciencias comprometidas al servicio de patrocinadores que buscan sumergir a Coatepec en el atraso y en el estancamiento, se presentan como medios independientes cuando en realidad forman parte de una estrategia de desprestigio con fines políticos y económicos. Supuestamente informativas, jamás cuestionan a otros candidatos. Solo publican ataques, insinuaciones o “notas” dirigidas con precisión contra Nacho, incluso desde antes de que se confirmara su candidatura. Esto no es periodismo. Es guerra sucia.
Y como toda guerra, tiene un costo. Aquí hay inversión fuerte, dinero en cantidades que no están al alcance de un ciudadano común. Se paga por cada publicación, por cada video editado, por cada espacio impulsado con bots y publicidad segmentada. Se contrata personal que diseña los mensajes, redacta los encabezados amarillistas y gestiona el algoritmo para que los ataques lleguen a miles de personas en cuestión de minutos. Además, se presiona a servidores públicos en comunidades para que retiren lonas, se intenta dividir a los equipos de trabajo y se siembra miedo entre quienes simpatizan con el proyecto de transformación.
Han montado una estructura bien aceitada: operadores que se coordinan para lanzar campañas por etapas, que difunden noticias falsas o medias verdades para sembrar la duda. Dicen que no hacen guerra sucia, que no quieren confrontación, pero sus propias acciones y su equipo los han desenmascarado. Hay evidencia de cómo se ponen de acuerdo para decidir qué publicar, cómo titularlo, a qué hora lanzarlo y qué perfiles lo deben amplificar. Incluso han utilizado cuentas falsas para simular indignación ciudadana y alimentar el debate con argumentos fabricados. Todo está planeado.
Y lo más grave: se presentan como apartidistas, como voces neutrales, pero la máscara se les ha ido cayendo. Las publicaciones pagadas contra Nacho Luna comenzaron desde el primer anuncio de su papel como promotor de la Cuarta Transformación. Hoy, esas mismas páginas ya no disimulan: han ido pintando su discurso de un color muy claro, el color de quienes se resisten al cambio porque viven del control, del presupuesto y de la manipulación.
Esto no es solo una campaña contra una persona. Es un intento por controlar el debate público, por frenar el despertar de la ciudadanía coatepecana y por moldear la narrativa política con fines privados. Los que hoy atacan a Nacho Luna no defienden el bien común: defienden sus negocios, sus redes de influencia, su forma de hacer política basada en el engaño y la desinformación. Saben que, si el pueblo recupera el poder, ellos lo pierden todo.
Nacho Luna ha decidido no prestarse al juego de la difamación. Su respuesta ha sido clara: seguir en las calles, escuchando, proponiendo, construyendo. Porque el pueblo no se deja engañar dos veces. Y esta vez, no lo van a engañar. La guerra sucia tiene autores, tiene intereses y tiene fecha de caducidad. El cambio en Coatepec ya comenzó, y ni todo el dinero ni toda la mentira lo van a detener.