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@pablojair

Durante 20 años, Luis Vicente Aguilar Aguilar y su familia han tratado al Partido del Trabajo (PT) en Veracruz como propiedad privada.

Es sabido (y más en sus zonas de influencia, como Alto Lucero), que al Partido del Trabajo lo han usado más como una moneda de cambio para negociar posiciones políticas y candidaturas.

Para ellos, el PT nunca fue un proyecto de izquierda: fue sólo una agencia de colocaciones familiares. Una franquicia perdida en el limbo que retomaron en Xalapa para colgarse de la llamada Cuarta Transformación, cuya patente instituyó Morena.

Sí: nadie recuerda a los Aguilar caminando por las calles en contra de Laguna Verde, o visitando la guerrilla en Chiapas, o en algún evento de la facultad de Humanidades. Tampoco se le ven atisbos de haber leído a Marx o por lo menos las cartas del Ché Guevara.

Vaya, no estuvieron ni el éxodo por la democracia de Andrés Manuel López Obrador, en su andar por Veracruz. Tampoco estuvieron en la lucha para condenar y detener la venta de la Petroquímica.

Hoy, hasta en los espectaculares se ven muy campantes diciendo que “el PT es la 4T”: nada más alejado de la realidad.

De hecho, fueron ellos quienes rompieron con la alianza que les daba presencia en Veracruz.

Pero todo ha sido patrimonio familiar al interior: tuvieron al mismo representante en el OPLE, por ejemplo, durante 16 años. De ahí, obtuvieron la candidatura a la alcaldía de Alto Lucero en 2021, en alianza con Morena y PVEM. En 2024, la diputación local.

Y así ha sido: cargos para familiares con un papá como presidente del partido.

Ahora se entiende porque el PT ha venido a menos y tuvieron que mandar desde el Comité Nacional un comisionado para meter orden.

Por ejemplo, desde el Altiplano no dejaron que el padre se convirtiera en diputado local plurinominal, pues su hijo ya lo era por el distrito de Misantla, lo que hubiese sido a todas luces una aberración nepotista.

A eso súmese que tampoco les dieron a los Aguilar la candidatura a la Presidencia Municipal de Alto Lucero en pasados días.

No debe perderse este dato, porque se confirmará en un par de meses: el PT se irá más al fondo del abismo porque en las encuestas sobre municipios que han circulado aparece en los últimos lugares; su rompimiento con la alianza Morena-Verde –coinciden analistas– fue una pésima decisión basada en un berrinche.

La “oportuna” reciente renuncia del hijo del presidente del PT también mandó una mala señal al Comité Nacional: exhibe la falta total de liderazgo del padre. No fue capaz de detener su salida.

La ambición desmedida ha puesto el último clavo en el ataúd político al “patrimonio”.

Se comenta, por cierto, que en unos días Vicente Aguilar Aguilar será removido de la dirigencia estatal del PT, terminando así una era de imposiciones y negocios familiares. (Dicen que en una de esas hasta le regalan la franquicia a la diputada Elizabeth Morales o a los Yunes).

Al final, el mayor daño que ha sufrido el PT en Veracruz no lo provocó la oposición: fueron ellos mismos.

Ahora parece que quieren recomponer el panorama viendo la tormenta que se les avecina. No por nada, la llegada de “Chentín” a Morena es algo así como la vuelta al redil, viendo que el patrimonio familiar ya les quedó muy descompuesto y desgastado.

Falta ver si desde ahí podrán colocar gente como lo hacían en el PT, o les autorizan tener su “plaza” morenista en la tierra de la entrañable Paquita la del Barrio.

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