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No hay precedente para calificar lo realizado en pasados días en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo: la entrega de 29 narcotraficantes al gobierno de Estados Unidos.
Incluso un abogado de estos capos declaró –evidenciando que ni tenía idea de dónde estaba su cliente– que era poco probable la extradición de su defendido porque todavía estaba en una etapa llamada “opinión judicial”.
El asunto es que los capos no fueron extraditados (lo que extendía su estancia en México, por las estrategias de sus abogados que enmarañaban los casos), sino expulsados de México.
Y la determinación, según lo dicho por el secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch, fue una decisión unánime del gabinete encargado de esa área.
Una decisión sumamente ejecutiva, de mucho peso, determinante. Histórica.
No se anduvieron por las ramas para justificar su decisión: jueces federales estaban preparándose para liberar a algunos capos y por eso prefirieron expulsarlos del país, entregándolos al gobierno de Estados Unidos que los reclama.
(Cabe recordar que a los narcos, si algo les duele, es ser juzgados en el gabacho: allá pueden ser sentenciados a cárcel perpetua o a la pena capital).
Esto sienta un precedente importante: si bien la Cuarta Transformeishion va a tener ya pronto el control del Poder Judicial, también demuestra que la justicia no se va a atrasar o detener por unos cuantos jueces que, evidentemente, están ligados (como cómplices o amenazados) con criminales.
Es también clara la presión de Estados Unidos. El gobierno de Donald Trump, fiel a su estilo, a base de amedrentamientos, ha ocasionado reacciones, pero también fue el justificante ideal para que el gobierno de México se deshiciera de la basura guardada en los penales gracias a los recovecos del sistema judicial y sus jueces corrompidos.
Así como los panistas expulsaron cubanos declarándolos non-gratos por cuestiones políticas-ideológicas, esa misma herramienta pudieron haberla empleado para sacar del país a personajes que le hacen realmente mucho daño a la sociedad, envenenando jóvenes y haciendo los millones.
Bueno, eso pasó con estos malandros de alto nivel.
Así que con presión o no, el golpazo del gobierno de Sheinbaum a los narcos, con sus abogados coludidos con el Poder Judicial, fue certero y macizo.