Por Juan Javier Gómez Cazarín*
Hoy cumple años mi padre, Juan Jona. Y cumple años, también, nuestra Presidenta Electa, Claudia Sheinbaum.
Hace ocho días les hablaba de Juan Jona. De mi admiración y gratitud hacia él. Una gratitud doble, porque no sólo me dio la vida, sino que, además, me ha enseñado a vivirla.
Soy su hijo en toda la extensión de la palabra, no sólo biológico. Soy producto de sus enseñanzas, de sus ejemplos, de su cariño más demostrado que dicho, de sus regaños por mi bien. Soy resultado de su pasión por el América, de su disciplina para trabajar antes que amanezca. Soy heredero de su compromiso con la palabra empeñada, de su irrompible lealtad a la familia, a los amigos, a las causas que defendemos.
Hoy que soy un hombre seguro de mí mismo y sin miedo a los retos, reconozco en mí residuos de aquel niño que iba al estadio Azteca en metro, cruzando el feroz Distrito Federal -de aquel entonces-, sin conocer el miedo porque iba con su papá, visto hacia arriba, grande, poderoso, invencible, fuente de protección.
Este es un cumpleaños diferente para Juan Jona. Mi padre es un hombre herido por un dolor callado, silencioso, casi sin evidencia exterior, pero despiadado, permanente y sin tregua. Una herida gestionada como quien vive con una dolencia física que no tiene cura ni alivio y que, sin embargo, debe seguir con su vida, con su día a día, con sus obligaciones, con su papel de pilar de la familia, con su investidura de hombre público que debe mostrar buena cara, permitiéndose incluso una risa de vez en cuando, enmascarando al dolor que no se irá nunca, ningún día del resto de su existencia. Un dolor que no lo tumbó, porque Juan Jona tiene la fuerza de los gigantes, de los valientes, de los que no se quiebran
Juan Jona coincide en cumpleaños con el de la próxima Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo: la mujer que representa la continuidad de nuestro proyecto de transformación profunda de la vida en México.
Claudia cumple 62 años, una edad excelente para gobernar a un país, porque tiene todavía por delante muchos años de vida productiva, plena de energía y lucidez mental, al mismo tiempo que ha alcanzado la experiencia y la serenidad que sólo pueden adquirirse con el transcurrir de la existencia humana.
Como la primera mujer Presidenta, Claudia encabezará el proyecto de reconstruir instituciones que, por décadas, asimilaron poco a poco los vicios y la corrupción del régimen neoliberal del PRIAN, integrándolos a su forma, a la letra de sus leyes y reglamentos, a los usos y costumbres de quienes las tienen encomendadas. Instituciones autónomas de nombre, pero en realidad esclavas de un grupo de poderosos y adinerados.
Desde aquí, sus amigos de Veracruz la felicitamos y le mandamos nuestros mejores deseos en la etapa más importante de su vida y la que será, también, una de las etapas más importantes para el México de este siglo.
*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política.