Inundaciones de octubre de 1999: a veinticuatro años de una historia que no merece ser olvidada

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Bernabé Vallejo Olvera

Papantla, Ver.- A veinticuatro años de la peor tragedia natural, que aún se tenga memoria, continúan vigentes en esta región los recuerdos de las trágicas inundaciones de octubre de 1999.

Provocado por las intensas lluvias que fueron dejadas por espacio de treinta y seis horas en forma consecutiva por el paso de la Tormenta Tropical Número Once (aunado a un frente frio estacionario), que dejó en solo unos cuantos días la lluvia de un año, dejando a su paso destrucción y desolación.

La noche del 4 y madrugada del 5 de octubre de 1999, fue la más larga de la vida en muchas familias que aún recuerdan aquellos aciagos días en los municipios de Papantla, Espinal, Gutiérrez Zamora, Poza Rica, Tecolutla y Nautla; en la oscuridad pasaron horas de terror, al ver el agua entrar a sus casas y arrasar con todo a su paso.

Los testimonios de los afectados en aquel entonces, evocan que los ríos empezaron a desbordarse por la tarde del 4 de octubre y en algunos casos a partir de las 8 o 9 de la noche, tenían el agua en el interior de sus casas, iniciando las fuertes inundaciones en la calles Olivo, 20 de Noviembre, 5 de Mayo, Morelos y Bustamante en el centro de Papantla.

Para algunos habitantes en este municipio, octubre significa luto, tragedia. Significa recordar que de la noche a la mañana perdieron todo.

Y es que todavía tienen vivo el recuerdo de la tragedia qué sufrieron hace veinticuatro años, cuando la corriente del agua arrasó con sus casas, animales, sus familiares, incluso con ellos mismos, en el caso de aquellos que sobrevivieron a la furia de la naturaleza.

Aún se tiene en la memoria la devastadora furia de la naturaleza que provocó las peores inundaciones que se recuerden, mismas que causaron pérdidas de vidas humanas e incalculables afectaciones al patrimonio de miles de familias del Totonacapan, así como daños a cultivos, a la ganadería y a las vías de comunicación.

En este municipio, desde el primer momento, se vieron palpables las afectaciones al inundarse la calle Olivo donde el agua arrasó comercios, viviendas y automóviles, poniendo en riesgo a sus pobladores; de igual forma, horas más tarde, empezó a llegar información sobre la situación que se venía presentando en colonias y comunidades.

Lamentables fueron las pérdidas humanas en esta cabecera y poblaciones aledañas, pero esto nunca menguo el esfuerzo de ciudadanos, autoridades municipales, grupos voluntarios y religiosos.

La gran lección que nos dejaron las inundaciones de octubre de 1999 fue la solidaridad en las horas más oscuras por parte de una mano amiga y una palabra de aliento, siendo la mejor herencia para las nuevas generaciones.

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